Yo frente al mundo tomo
un lápiz y legislo
imaginariamente
sobre lo que es lo bueno
y lo malo. Las guerras
se acaban, las hambrunas
se resuelven, la vida
vale la pena. Entonces
observo cómo sigue
lo terrible imperando,
indiferente a mis
anhelos. Y es que el mundo
dicta sus leyes propias
que redacta con sangre.
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