Pasados los cincuenta,
el tiempo se comporta
como un circo. Resurgen
los rostros que la vida
alejara, curtidos
y rozagantes, otros,
mucho más juveniles,
con experiencia. ¿Sabe
el tiempo que jamás
se repitió? Se esfuman
las formas del temblor
cuando crecen las canas
sin que ello nos importe.
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