Revientan los misiles
sordamente en la tele.
Los satélites captan
los estallidos. Vemos
imágenes, no oímos
la explosión ni los llantos.
¿Los hubo? Nuestros ojos
callan y luego olvidan.
No se puede ser bueno. Tampoco malo. Todo es como si estuviera prefijado. La noche alumbra las cadenas que nos rigen. No hay nadie que...
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