Vos eras una niña
seguramente alegre.
Las cosas eran algo
eterno, como vos.
Un buen día comiste
de un alimento nuevo:
el ángel te condujo
al dolmen de la angustia.
Vos seguís siendo alegre.
Sólo es la finitud.
No se puede ser bueno. Tampoco malo. Todo es como si estuviera prefijado. La noche alumbra las cadenas que nos rigen. No hay nadie que...
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