que transpira y que sigue
copiando un manuscrito
lejos de las Ciudades
y de las distracciones
que embriagan a los más,
en la tremenda siesta
de esta Córdoba ardida
por el sol y sus huestes
sigo escuchando el canto
del inconsciente y, dúctil,
tomo de esa fontana
el agua que me adumbra
de este calor artero
y sacío mi sed.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario