Un lápiz ya sin punta
escribe este poema.
La pupila del tiempo
asiste a ese periplo.
Los renglones, rasgados
por la madera, chillan.
No hay sacapuntas: hay
falta de inspiración.
No se puede ser bueno. Tampoco malo. Todo es como si estuviera prefijado. La noche alumbra las cadenas que nos rigen. No hay nadie que...
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