Espalda contra espalda
lo llevaba a mi viejo,
torso desnudo sobre
rígidos picos. ¡Brinca
la cabra de Castillo
al percibir la tierra
que deberá cargar!
(Mi viejo, extrañamente
silencioso, y yo, honrado.)
No se puede ser bueno. Tampoco malo. Todo es como si estuviera prefijado. La noche alumbra las cadenas que nos rigen. No hay nadie que...
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