¡Qué quieta que mi casa
se me muestra! Los libros,
que son su principal
argumento, reposan
en una beatitud
que nada pide y, ocres
como las calaveras,
las paredes reducen
todo al silencio, justas.
¡Sólo vos, vieja almita,
chillás como el paciente
a quien un escalpelo
fracciona inacabable-
mente, en manos de un loco!
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