Si quiero, como quiero,
ser un buen eremita,
tendría que castrarme,
Abelardo de mí.
¿O ése no es el problema
sino su clímax? ¡Claro!
¡Un libro me nombró
Sacerdote Fallido!
¡¿Escribir?! ¡Arrojar
testículos que imploren
un lugar en el mundo
a puertas apagadas!
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