Es invierno. A través
de la ventana abierta
veo cómo se agita
de a ratos el follaje
de un árbol. Son las cuatro
y el sol, ese impasible
y fértil nadador,
avanza despacioso
hacia el olvido. Cierro
los ojos y descubro
en el futuro nombres
que aún no escuché: la sombra
de mi vida se alarga
cada jornada más.
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