a Daniela Di Paoli
Leo un verso tras otro
como si fuesen puntos
de un bordado. La lana
es negra y la repaso
con los ojos, diciendo
en voz alta --¡delicia!--
las líneas del poema
que me ocupa. Se borda
para llegar al borde
y volver a empezar:
dulces, gratas texturas.
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