Yo mismo me metí
en la boca del lobo.
Mis días se volvieron
fríos colmillos grises
a través de los cuales
no veo la salida.
El lobo no perdona.
El mal recién comienza.
(La Poesía busca
la boca que más valga.
La mía fue valiente,
¿temeraria quizás?)